Coyuntura
Como Goni, Evo descalifica hoy a los movimientos emergentes que no vio venir
En 20 días de conflicto, con tres muertos y más de un centenar de heridos, en Bolivia se repiten situaciones que se vivieron en 2003 y 2005. Parte de los protagonistas son diferentes, pero Evo Morales sigue siendo el actor principal, con papeles invertidos y enfrentando una guerra por la democracia que no vio venir.Ivone Juárez Periodista
Desde el 21 de octubre, un día después de las elecciones nacionales cubiertas hoy por la sombra del fraude, Bolivia vive más de 20 jornadas de una rebelión ciudadana por la defensa del voto, que intenta ser frenada por el Gobierno y que ya dejó tres personas muertas y más de una centena de heridos. En ese tiempo se han ido presentando episodios que ya se vivieron en el país entre 2003 y 2005, y con un mismo actor, Evo Morales, pero que hoy juega un papel muy diferente.
Se puede mencionar al menos dos de esos episodios: la convulsión social y los pedidos de renuncia de Morales, después de tener un gobierno de casi 14 años (2006-2019) y las acciones violentas de los movimientos sociales afines al partido de Evo (MAS) para impedir el arribo a la ciudad de La Paz del presidente del Comité Pro Santa Cruz, Luis Fernando Camacho.
El primer episodio se vivió en octubre de 2003. Entonces Evo Morales ya era, como hoy, presidente de las seis federaciones de productores de coca del trópico de Cochabamba y también era parte de la dirigencia que encabezaba la Coordinadora del Gas, creada para liderar las protestas en contra de la venta de gas a Chile, que terminó con 80 personas muertas, 400 heridas y la renuncia del presidente de entonces Gonzalo Sánchez de Lozada.
En el momento más crítico de la crisis, Morales pidió la renuncia de Sánchez de Lozada, igual que hoy el movimiento cívico y otros sectores se la piden a él. “En este momento no hay otra alternativa para bajar la tensión y para evitar más masacre, Gonzalo Sánchez de Lozada tiene que renunciar”, declaraba el entonces dirigente cocalero que había despertado el apoyo de la mayoría de los bolivianos, sobre todo de las clases medias, por su lucha desde el Chapare.
Sánchez de Lozada, al igual que Evo hoy, se negaba a esa posibilidad, al argumentar que se promovía en su contra un golpe de Estado. “Es importante decirle a todo el pueblo de Bolivia que yo no voy a renunciar”, respondió Goni, aunque a los días, el 17 de octubre, el Congreso de entonces leía su renuncia y la aceptaba, mientras él huía de la ciudad de La Paz en un helicóptero.
El segundo episodio, el impedimento para que Luis Fernando Camacho arribe a la ciudad de La Paz, se lo vivió en 2006, pero contra el presidente Evo Morales, que había asumido su primer gobierno ese año. Es que en la crisis de octubre él emergió como líder nacional y ganó las elecciones nacionales de 2005. Su posición había cambiado, ya no era sólo el dirigente sindical, pero la oposición política, instalada en al menos en seis departamentos, no aceptaba su mandato y en muchas de ellas no podía aterrizar, en Santa Cruz especialmente, o cuando lo lograba era agredido verbalmente.
En estos dos casos pasaron 16 y 10 años, respectivamente, ¿qué pasó con Evo Morales y su instrumento político (MAS) con el que llegó democráticamente al gobierno?
Desde Cochabamba, Álex Contreras, asesor de Evo Morales cuando éste era dirigente cocalero y su primer Ministro de Comunicación de su gobierno, considera que el ciclo de Evo con el MAS está culminando, pero con dos grandes pérdidas: el apoyo de la población y el respaldo de la comunidad internacional.
Contreras recuerda que Morales llegó al gobierno de la mano de los movimientos sociales, que se fueron gestando desde la imposición del modelo neoliberal, en 1985 (Decreto Supremo 21060), y se reforzaron con la Guerra del Agua (2000), a través de alianzas y estrategias entre el área urbana y rural. Para Contreras estos movimientos fueron minados desde el interior del mismo gobierno, del que se apoderaron representantes del neoliberalismo, al que Evo y el MAS combatieron desde 2000.
“Del denominado proceso de cambio se empoderaron sectores que nunca lucharon por el proceso. Para verificar esto, sólo hace falta recordar el primer gabinete que tuvo Evo, representativo de lo que significó este largo proceso de cambio y compararlo con el de hoy, en el que se ve ministros que estuvieron en gobiernos neoliberales, a los que el MAS, desde 2000 hasta 2005, combatió en las calles”, asegura.
Añade que a ese entorno que rodea a Morales nunca le interesó los sectores sociales, a los que ahora utiliza y “disfraza”; esto sin perder de vista que los movimientos se convirtieron completamente en prevendales.
El analista Roger Cortez considera que a lo anterior se suma que Morales y el MAS se embarcaron en un camino sectario, verticalista y de exclusión para concentrar el poder, para lo cual construyó un “imponente” aparato mediático.
“Su actuación fue cada vez más sectaria, verticalista y excluyente, avanzando en una nítida dirección de monopolización del poder, que se extendió al Órgano Judicial, al Ministerio Público, cúpula s militar y policial; al mismo tiempo que construía un imponente aparato mediático”, dice.
A esto se suma que abrió las arcas del Estado con las contrataciones directas, “adjudicaciones de obras y convenios que consumieron miles de millones de dólares, sobre los cuales no se tiene una rendición de cuentas satisfactoria”.
Al respecto, Contreras asegura: “La micro y macro corrupción en el MAS es más escandalosa que en los gobiernos neoliberales y sus nexos con el narcotráfico desestructuraron todos los pilares fundamentales con los que se construyó el proceso de cambio por el que se luchó”.
Y en este camino, Morales, que en un inicio fue “pregonero mundial de los derechos de la Madre Tierra y de los pueblos indígenas, se convirtió en el mayor agresor de la primera y despiadado represor de los segundos”, dice Cortez.
En este contexto, el incendio de la Chiquitania representó la máxima expresión de la impostura del régimen de Morales ante el medioambiente.
“Fue el incendio del MAS en cuanto a las políticas de defensa de la ecología, de la Madre Tierra; el régimen impuso una política extractivista, depredadora del medioambiente y eso implica depredador de los pueblos indígenas y campesinos”, dice Contreras.
No vio a los movimientos emergentes
En este contexto, Álex Contreras considera que a todo lo anterior, que llevó a Evo Morales y al MAS a este momento de crisis, en el que se repiten episodios que se vivieron en la crisis de octubre de 2003 y en la de 2005, se suma un factor que tal vez se constituye en su pecado capital: no vieron los movimientos emergentes que se fueron desarrollando a lo largo de los casi 14 años de gobierno.
“Evo no contempló a los movimientos emergentes, no los tomó en cuenta, más bien se burló de ellos y usa el mismo discurso de Gonzalo Sánchez de Lozada, en 2003, cuando se burlaba de los sectores sociales, sin considerar la verdadera magnitud de los movimientos, por eso algunos hechos de 2003 se están repitiendo”, sostiene el exministro.
Y uno de esos nuevos movimientos emergentes con los que el MAS y Evo no contaron fue el de los jóvenes, hoy organizados en grupos de resistencia ciudadana en defensa del voto, en la Guerra de la Democracia.
“Es la lucha de una juventud combativa, rebelde, acompañada de una organización vecinal, una organización familiar impresionante, que nunca se vio, la que Evo y su entorno no leyeron y no están pudiendo leer en la burbuja en que se encuentran”, afirma Contreras.
Punto de vista
Roger Cortez Analista
“Entre el acaparamiento del poder y la confrontación”
Al tiempo de montar un gran aparato político, con fisonomía de partido, sobre la base de la coalición de dirigentes sindicales y de organizaciones sociales, con núcleos de militantes de residuos de partidos de izquierda que es el MAS, éste ingresó en una senda sectaria, deshaciéndose de aliados como el Movimiento Sin Miedo, al que expulsó con argumentos forzados. Simultáneamente, se fue deshaciendo de aliados sociales fundamentales, como los indígenas, e incrementó verticalmente los conflictos entre campesinos.
Estos últimos tienen un origen indígena, pero desde 1952 se convirtieron en los principales agentes de expansión de la economía de mercado, al ampliar ininterrumpidamente la frontera agrícola y el mercado de tierras y por su multiocupación (agricultores, transportistas, comerciantes y cooperativistas mineros).
El punto de arranque es la carretera a través del Tipnis, hasta escalar a la gran quema de bosques chiquitanos, amazónico y del Pantanal, como ratificación de sus últimos acuerdos con los agroexportadores que antaño fueron sus enemigos y hoy sus aliados principales.
El MAS se confrontó con campesinos de Achacachi, Yungas de La Paz, con cooperativistas mineros y todos los que siendo previamente sus aliados lo criticaron o interpelaron.
Su acaparamiento del poder le permitió fundar nuevas fracciones burguesas, como la burguesía burocrática de Estado, y fortalecer otras (importadores y comerciantes de bienes de consumo, por ejemplo). Su crítica al capitalismo encubrió el más rápido y extenso avance de este tipo de economía en el país, al amparo de un sector estatal grande, muy corrupto e ineficiente.
La redistribución de riqueza y la superación de la frontera de la pobreza, de alrededor de dos millones de pobres, en que el país ha destacado igual que en el descenso de índices de desigualdad y el reconocimiento de derechos de los pueblos indígenas, son sus principales realizaciones, así como una significativa extensión de la infraestructura caminera.
Estos logros no han impedido que Bolivia ocupe los últimos puestos en prácticamente cualquier área en el continente sudamericano, permaneciendo en esa ubicación relativo en los ya casi 14 años de gobierno de Evo Morales, debido a que la ola de avance por superprecios benefició a todos los países de la región.