Gregorio Lanza
Reconfiguración del poder y fracturas territoriales
Las elecciones dan un cuadro de los posicionamientos sociales, políticos y territoriales. La población de las áreas rurales y una porción de las capitales andinas, bajo un discurso de cohesión cultural e inclusión, votaron por el MAS. Los electores de las capitales votaron por la oposición. Ni el voto del MAS ni de la oposición son homogéneos; tienen diferentes connotaciones que configuran un país dividido con fracturas históricas no resueltas, que simplemente asumen otras máscaras y se acomodan a los nuevos tiempos.
Diversos analistas coinciden en que existen por lo menos tres grandes fisuras: la económica social, la étnico cultural y la territorial, que se entrelazan y se agudizan frente a la crisis económica detonada por la pandemia y la política por la burla al referéndum y el fraude electoral del 2019. Y encuentran un escenario de reconfiguración con las elecciones de octubre del 2020.
En la dimensión territorial se puede ver tres grandes conformaciones socioeconómica y actores. Una es el occidente aymara, fundamentalmente los municipios rurales y El Alto, que tiene sus propias lógicas económicas, mercantilistas con la conformación de una burguesía que comercia en los circuitos internos y externo con mercancías y medios lícitos e ilícitos. Que en el ámbito social tiene instituciones como la confederación de Campesinos o las Bartolinas; o las juntas vecinales de El Alto. Reconociendo que su cercanía a la ciudad de La Paz, sede de gobierno, les da un posicionamiento estratégico, pues se convierte en la capital a ser sitiada cuando los conflictos se exacerban.
Otro territorio donde hay autonomía y que en los hechos se acerca al federalismo es el Trópico de Cochabamba, donde de los productores de coca han construido un poder estatal basado en los municipios, el control social y la policía sindical. Es un estado que se ha beneficiado, más que nada, de la inversión pública y por los dineros producto de una industria que hoy día es ilícita. Poder que se irradia sobre todo el valle y las regiones rurales, especialmente del mundo quechua; y además en las poblaciones migrantes que se asentaron en Santa Cruz. Se cohesiona por la identidad étnica con una lógica capitalista, en la que la modernidad ha penetrado profundamente. Y ha recibido protección estatal durante los 13 años del régimen de Morales. Sin embargo, a pesar de esa aparente cohesión monolítica, ya se ven tensiones por la aparición de nuevos liderazgos, como el de Andrónico Rodríguez, que sin marcadas diferencias ideológicas, se disputan la arena pública.
Finalmente, el oriente, que se constituye en un espacio territorial que tiene sus propios perfiles, inconfundibles producto de su desarrollo histórico autónomo por la lejanía de la capital andino céntrica que miraba al Pacifico, que ha sido articulada por diversas elites que convivieron con el poder central pero que ahora exigen su propio poder y reconocimiento. Donde se han construido instituciones como fraternidades, logias, la CAO y el Comité Cívico, donde se cohesionan y potencian por necesidades e intereses antes que por posiciones. Y donde la FSB, MNR, ADN, con los interregnos de UCS, han liderado el campo político. En los últimos diez años, los Demócratas, que han construido territorialidad y a pesar de su debilitamiento temporal, tienen una presencia significativa. Y actualmente, el liderazgo de Camacho, cuya identidad ha sido construida por su oposición al régimen autoritario de Morales, exacerbada con la utilización del sentimiento religioso y que tiene estridencias conservadoras. Pero lo que define a Santa Cruz es una base productiva agroindustrial, que en la historia marca la base de todas las sociedades que posteriormente han podido despegar. Que a pesar del extractivismo en el manejo de los recurso naturales, tierra y bosques, tracciona la economía del país.
En ese contexto, el nuevo Presidente Arce y el Vicepresidente Choquehuanca tienen el desafío de entender y navegar en territorios diferentes, fuerzas y visiones que apuntas a veces en sentidos contrarios antagónicos, pero ante los cuales el diálogo y la concertación son el único camino para dar viabilidad al país.
Gregorio Lanza es economista con maestrías en políticas públicas.
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