A George W. Bush le dijo que si el café que acababa de servirle no lo dejaba dormir, la llamara. A Barack Obama le sirvió todos los panqueques que quiso, sin permiso de nadie. ¿Quién es esta beniana y cómo llegó hasta la Casa Blanca?

A George W. Bush le dijo que si el café que acababa de servirle no lo dejaba dormir, la llamara. A Barack Obama le sirvió todos los panqueques que quiso, sin permiso de nadie. ¿Quién es esta beniana y cómo llegó hasta la Casa Blanca?
El Alba, en el Socavón, es un caos sonoro, demográfico. La gente sigue bailando y farreando aunque la muerte enlute a otros. Y también está eso del mal olor.
¿Un cuento podrá ser culpable de la suspensión del carnaval? Quizá un escritor orureño sea más odiado que el murciélago que inició el fin del mundo conocido.
En la chura Tarija, el carnaval está ligado al compadrazgo. Pepinos o zapallos en la canasta sellan un pacto que se traduce en “te invitos” prolongados. Sobrevivir a esta chupa olímpica es digno de beneméritos.
El Carnaval se vive distinto en la juventud, los sonidos, los aromas, los placeres se degustan de otra manera. Y quizá, después de cuarto siglo, ese disfrute orgiástico sigue incólume en Oruro.
De lo que hicieron muchos ciudadanos de la prehistórica La Paz de los 90 en un Carnaval orureño de esa época, trasladando su urbe y sus vicios a la capital del folclor.
Dicen que el alma se queda en los lugares donde amamos la vida. En este caso será la casa de la infancia. Entre patios, árboles de achachairú y hermanos, la vida es más sabrosa.